Una salida que me he tomado con mucha tranquilad porque todavía me resiento de la caída de hace un par de semanas. Y es que, aunque el golpe no molesta demasiado, cuando notas que algo no está bien del todo lo mejor es no forzar. Una excusa perfecta para correr sin agobios y disfrutando del paisaje.
Y hoy hacía uno de esos días de otoño para estar al aire libre. Con él sol calentado lo justo, sin viento, con el cielo azul intenso y la atmósfera limpia. Con este tiempo, los pájaros que se han quedado por aquí a pasar el invierno aprovechan para disfrutar antes de que llegue el frío. Así que he estado muy bien acompañado.
A pesar de las lluvias que han caído en las últimas semanas, al campo le falta mucha agua todavía. Por los arroyos tan sólo baja algún hilillo y los prados no están nada encharcados. Aunque creo que esta semana van a venir más tormentas.
Ya que me lo había tomado con tranquilidad, he aprovechado para indagar un par de senderillos cortos que todavía no tenía vistos. Han sido tan sólo pequeños desvíos de un recorrido relativamente suave, elegido a propósito para no forzar. Uno de esos desvíos me ha llevado hasta la zona de las canteras abandonadas que hay en la zona de la Cruz del Pan. En los alrededores de Hoyo se ven muchos restos de este trabajo tradicional, pero sigo sin saber cómo cortaban los bloques de piedra de estos berrocales.
22,63 km (14,06 millas)
511 m
2h 27 min (9,24 Km/h)
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