No he tardado demasiado en volver a darme una vuelta por el valle de la Jarosa. Como dije en su momento, está cerca de casa, es un bosque precioso y no hay casi nadie (entre semana). Por eso salí decidido a hacer un recorrido cortito, con la intención de darle la vuelta al valle a media altura.
Pero, como decía aquel, los mejores planes de ratones y hombres a menudo se frustran. Aunque esta vez por lo menos no terminó con sufrimiento y dolor, sino todo lo contrario. El caso es que cuando estaba a media subida, me sorprendieron las primeras manchas de nieve. Así que decidí cambiar el recorrido que tenía previsto y subir hasta el collado de la Mina para poder disfrutar de las primeras nieves de la temporada.
Realmente mereció la pena. Aunque el viento soplaba fresquito por los altos de la sierra, y aunque la bajada hacia la parte de Segovía estaba totalmente helada, lo cierto es es que el espectáculo fue espectacular. Sobre todo porque más tarde las nubes se abrieron, y los juegos de luces y sombras en el bosque y en las peñas dejaron el campo todavía más bonito.
El recorrido fue muy parecido al del otro día. Tan sólo evité la subida a Cabeza Líjar y la cuerda de las montañas (perdidas entre la niebla y la nieve). La alternativa pasaba por bajar hasta el collado del Hornillo y seguir luego la cañada real leonesa, que pasa junto al campamento Peñas Blancas.
Desde aquí, tan sólo hay que desviarse por un senderillo que, tras una subida corta y no demasiado empinada, nos deja en el collado desde el que es fácil bajar otra vez hacia el embalse de la Jarosa.
Con el frío y la nieve, no tuve demasiada compañía. Tan sólo unos caballos que me vieron pasar con recelo a su lado. Lo único destacado fue un pito real que me salío casi debajo de los pies cuando estaba llegando al embalse.
Ahora si que estoy totalmente seguro de que me quedan todavía muchas carreras más por esta parte de la sierra.
23,06 km (14,33 millas)
925 m
2h 40 min (8,56 Km/h)
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