El otro día en la Jarosa salí para hacer un recorrido corto y al final terminé liándome. En esta ocasión ha sido justo lo contrario. La intención era la de trotar durante largas horas, dándole la vuelta a la sierra de Hoyo. Pero el cuerpo me ha dejado claro desde los primeros pasos que hoy no era un día para hacer excesos.
Así que, despacito, despacito, he ido arrastrándome por caminos viejos y senderos nuevos. Entre la niebla y la lluvia, que han levantado justo cuando estaba ya llegando de vuelta a casa.
Por lo menos, desde el momento en que he tirado la toalla del gran recorrido, he podido dsifrutar sin prisas de rincones y sitios que siempre se quedan para ser explorados en otro momento. Por ejemplo, nunca me había desviado los cuatro pasos necesarios para darle la vuelta a la casa derruida que hay en el camino de Moralzarzal. Y además, he seguido un par de atajos que todavía tenía pendientes.
En cuanto a lo de hacer una salida más larga, puede que la semana que viene el cuerpo responda mejor. Y ya puestos, es posible que la hago por algún sitio más bonito. Porque la vuelta que tenía prevista hoy no es nada del otro mundo precisamente.
17,12 km (10,64 millas)
409 m
1h 59 min (8,63 Km/h)
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