La Peñota y peña del Aguila

De la zona de la sierra de Guadarrama entre Cercedilla y Segovia, todavía no había corrido nunca por los altos que separan los valles de la Fuenfría y el del río Moros. Quizás porque siempre me han gustado más los bosques que los picos aislados. Pero como todavía hace buen tiempo, he aprovechado para disfrutar de las vistas antes de que lleguen el frío, las lluvias y la nieve.

La Jarosa y Cabeza Líjar

A pesar de que está más o menos cerca de casa, y de que sabía que era una zona de la sierra muy bonita, lo cierto es que todavía no había estado nunca en la Jarosa. Pero después de hacer esta vuelta de exploración, no creo que tarde mucho en volver a perderme por sus barrancos y vallejos cubiertos de pinos.

El Pendolero

No sé si llamarlo veranillo de San Miguel (un poco tardío), de San Martín (un poco pronto), del membrillo o del indio. Pero el caso es que estamos disfrutando de un tiempo magnífico, con cielos despejados, temperaturas muy altas para la estación y una brisilla cálida que invita sentarse en una terracita a disfrutar del sol. O a salir corriendo.

Mirador

Una mañana de libro, con el cielo despejado, la atmósfera limpia después de las lluvias y una brisilla cálida que invitaba a seguir corriendo durante todo el día. Pero ni la logística ni el cuerpo estaban para esos dispendios.

Praderas de la Berzosa

Casi diez días me ha durado el trancazo. Y ya tenía ganas de correr un poco, incluso por caminos trillados y de noche. Así que he salido al monte con compañía perruna, a ver si terminaba de quitarme el atasco respiratorio. Aunque ha sido que no. Todavía sigo moqueando.

Salidas y puestas de Sol

Aunque a veces sigo usando el Zaragozano, lo cierto es que nunca viene mal tener una chuleta con las horas en las que amanece y se pone el sol cada día. Así puedo calcular bien si voy a necesitar o no el frontal.

Una pausa otoñal

El otoño ha venido con uno de sus regalos más habituales: un trancazo. Así que estaré unos días arrastrándome por los rincones, dejando un rastro de pañuelos y mocos. Lo bueno de correr por placer es que, cuando no acompaña el cuerpo, no tengo ningún problema en quedarme tumbado en el sofa. Aprovecharé para ver unos cuantos videos que tengo pendientes. Entre ellos, el mítico Unbreakable: The Western States 100. Así al menos mataré un poco el gusanillo.

Sierra de Hoyo

Una salida a mediodía, por eso de aprovechar el sol y correr con calorcito. Lo malo es que, aunque el tiempo acompañaba (e invitaba a salir por patas), el estómago estaba con poco combustible. Así que tocaba economizar desde el principio. Y a pesar de todo, al final he llegado justito de fuerzas.

Torrelodones y Hoyo

A pesar de estar corriendo desde hace años entre Torrelodones y Hoyo de Manzanares, nunca había hecho un recorrido que uniera en la misma vuelta los dos pueblos. Así que, aunque he pasado ya muchas veces por esos caminos y senderos, por lo menos esta vez tenían un punto de novedad.

Vuelta al canto del Pico

Primera salida nocturna de verdad por el campo, ya que la semana pasada la tuve que reconvertir en salida callejera por falta de pilas. Y la noche estaba perfecta para empezar la temporada: cielo despejado, Luna creciente brillando en el cielo (todavía un poco tímida) y buena temperatura para correr en camiseta.

Cascadas y cuartel

Un fin de semana tormentoso ha dejado el campo perfecto para disfrutar corriendo. Con el ambiente fresquito, el aire humedo y los caminos lavados y esponjosos, pero sin barro. Tiene que llover todavía mucho para que los arroyos vuelvan a tener agua y para que se formen charcos, pero por algo se empieza.

Presa del Gasco y canal de Guadarrama

Como este viernes tenía más tiempo, pude volver a recorrer el canal de Guadarrama por el senderillo que sigue su recorrido justo por encima. Algo que no he podido hacer en las últimas ocasiones, en las que apenas contaba con una hora y cuarto para recoger a los enanos.

La Berzosa

Primera salida nocturna de la temporada. Y primera metedura de pata tecnológica del otoño. El frontal que llevaba unos cuantos meses olvidado en un rincón tenía las pilas medio muertas. Así que, como a los cinco minutos de salir me dejaron tirado en medio de la oscuridad, no me quedó más remedio que arrimarme a las farolas.