Lagos de Valcaba

A pesar de que en verano me suelo tomar un largo descanso, a veces mato el gusanillo con alguna salida desperdigada. Como en este caso, en el que he aprovechado el buen tiempo norteño para trotar por las faldas de la sierra Cabarga.

Una semana tranquila

Últimos días antes de tomarme un reposo veraniego en el que dejaré de correr a diario. Por un lado, la logística complicará las cosas para seguir trotando, pero por otra creo que a veces viene bien darle un descanso al cuerpo.

Pinares del Eresma

Una salida perfecta. Por el tiempo que he estado corriendo, por el recorrido, porque no he terminado agotado, porque la temperatura ha acompañado. Y, sobre todo, porque el valle del alto Eresma es uno de los más bonitos que hay en la sierra de Guadarrama.

Perdido por la Jarosa

Una salida larga, que al final se ha alargado más todavía cuando he decidido volver abriendo camino. Sabiendo lo flojo que voy ahora al trote, la idea era tratar de subir sólo hasta Cabeza Lijar, para disfrutar al menos del paisaje. Pero como me lo he tomado con calma desde la salida, he llegado a la cima con fuerzas para seguir la aventura.

Aflojando el paso

Estos días voy notando en mi cuerpo que la temporada ya se acerca a su final. Y no porque haya corrido más despacio, que también. Pero son más sensaciones de cabeza que de piernas. Ganas de cambiar la rutina, aunque la rutina sea tan agradable como trotar por el monte al amanecer.

Como agua de mayo

Por mucho que el clima esté cambiando, no todo lo que nos toca vivir es nuevo. Por ejemplo, este año la lluvia casi no había caído. Muy poca en enero y nada en febrero, marzo y abril. Pero cuando ya mayo parecía que se despedía siguiendo la misma línea de sequía general, nos ha sorprendido con un final repleto de tormentas. Algo que antaño a veces también pasaba.

Por fin la lluvia

Se ha acabado el fresquete, pero han llegado las lluvias de primavera. Como se suele decir, más vale tarde que nunca. Esta semana he salido con el campo todavía húmedo de las tormentas nocturnas, e incluso un día me llegó a llover ligeramente mientras corría al alba.

Cuando marzo mayea...

Después de unos meses en los que parecía que el verano estaba cogiendo carrerilla, parece que el tiempo vuelve a su lugar. Sigue sin llover, pero al menos no nos estamos torrando.

Siete Picos

Cuando hago un recorrido largo o difícil siempre termino cansado. Sobre todo ahora, que la edad y la falta de costumbre hacen que mi cuerpo se resienta fácilmente de los esfuerzos. Pero no recuerdo haber estado nunca tan cansado desde el primer paso.

Falta la hierba

A los que nos gusta correr campo a través por los montes de Castilla preferimos hacerlo durante el invierno. Para entonces, toda hierba que crece como loca en primavera, y que se seca durante el verano, ha ido desapareciendo ya por las lluvias y los vientos del otoño. Así que, a partir de noviembre podemos correr fuera de los caminos sin arañarnos las piernas y terminar con las zapatillas llenas de pajitas.

La Fuenfría

Ni siquiera buscando en mis recuerdos he podido encontrar la última vez que salí a correr por la sierra de Guadarrama. Pero, a pesar de que me sabía bajo de forma, he decido por fin a volver a trotar por sus montañas. Supongo que las cabras cojas y fondonas también seguirán tirando al monte toda su vida.

Un poco de todo

Esta semana he trotado por todos los rincones que tengo cerca de casa. Mi horizonte se ha reducido mucho los últimos años, aunque afortunadamente vivo en un sitio en el que todavía puedo optar por varios recorridos cuando salgo al amanecer, dispuesto a trotar durante una hora.

Libro: Failure is an Option (Matt Whyman)

Hay muchos libros que cuentan las hazañas de grandes corredores. Biografías o autobiografías en las que modernos superhéroes describen cómo llegaron a rozar el Olimpo con sus victorias. De estos, he leído unos cuantos: Emil Zátopek, Lizzy Hawker, Kilian Jornet, Scott Jurek...