Nuevas opciones

Después de llevar más de un año corriendo todas las mañanas por los mismos caminos, hoy he querido hacer una prueba y buscar nuevos horizontes. El problema es el tiempo. No el atmosférico, sino el del reloj, Porque dispongo de poco más de una hora para empezar el día corriendo (contando con levantarme a una hora medianamente aceptable).

El Pendolero y la Solana

A veces sales de casa con el cuerpo flojo, pensando que no vas a llegar muy lejos. Como en esta ocasión, en la que he empezado a trotar con un paso cansino que no augura nunca nada bueno. Pero luego, cuando he ido entrando en calor, las piernas han aguantado lo suficiente para poder dar una vuelta por la zona del Pendolero.

Llegó el frío

El otoño se ha convertido en un mensajero del invierno desde el primer día de noviembre. Ya ha caído la primera helada. Ya ha llegado el viento del norte, de largos dedos. Ya hemos sacado los abrigos, cuando hasta hace una semana nos bastaba con un jersey.

Lo que queda fuera de las fotos

Cuando hago fotos mientras corro por el campo, siempre trato de dejar fuera las partes feas del paisaje: torres de la luz, coches aparcados, carreteras, casas, postes con señales, basura que a veces te encuentras en el monte... Por eso, mirando las fotos de mis recorridos se podría pensar que son más silvestres de lo que realmente son.

Vuelta a Hoyo

Un nuevo día grisiento, con muchas nubes agarradas a las montañas y la niebla tapando el paisaje. Pero una vez más he aprovechado que la lluvia se ha tomado un descanso para hacer un recorrido facilito, con poco desnivel para lo que es Hoyo.

Robledillo y la Solana

Aprovechando que la lluvia se ha dado un descanso, después de caer durante toda la noche, he aprovechado para dar una vuelta un poco más larga de lo habitual. Subiendo primero, como casi siempre, hasta prado alto, en la zona del Robledillo, y yendo luego hacia el este, hasta el alto de la solana.

Fotos para el recuerdo

Estos días, las únicas fotos que puedo hacer mientras corro son las del horizonte cuando empieza a iluminarse con las primeras luces del alba, antes de que amanezca. No voy a ganar ningún premio precisamente con ellas, pero al fin y al cabo son sólo para recordar mejor lo que me rodea cuando corro. Y si ahora lo hago en la oscuridad, está bien que quede también reflejada.

Sierra de Hoyo

Hay veces que los planes que tenemos en la cabeza antes de salir a trotar resultan ser más ambiciosos que la dura realidad. No es raro que el cuerpo nos haga recortar un recorrido largo por falta de fuerzas. Sin embargo, en otras ocasiones salimos para dar una vuelta cortita y, al ver que las piernas responden, terminamos trotando mucho más de lo previsto.

Libro: The Runner's Code (Chas Newkey-Burden)

Normalmente huyo de este tipo libros como de la peste. La experiencia me dice que suelen estar escritos por encargo de las grandes editoriales con la intención de ocupar sitio en la sección de deportes durante un tiempo. Dinero fácil a costa de reunir un puñado de malos consejos, de recorridos sin sentido o de pensamientos poco madurados…

La noche

El último domingo de octubre le ganamos una hora al amanecer. Hay años en los que los que ese momento llega más pronto y otros, como este, en los que llega justo el último día del mes. Mientras tanto, la noche nos sigue ganando la partida jornada a jornada. De hecho, esta semana he corrido casi todo el rato a oscuras, y tan sólo he visto el primer albor cuando ya llegaba de vuelta a casa.

Corredoras en el cine

Correr en el cine no es algo demasiado habitual. Y si eres chica, menos. Dejando de lado las carreras para escapar del malo de turno (por ejemplo, un carnicero con una sierra eléctrica), lo cierto es que no recuerdo que haya habido muchas mujeres corriendo con arte. Pero casi todas las que lo han hecho son de armas tomar.

La caída

No hace mucho mencioné que a mi vieja compañera de correrías se le notaban ya los años. Desde entonces hemos seguido saliendo a correr, y el fresquete de esta últimas semanas nos ha venido muy bien a los dos para recuperarnos un poco de los achaques de la edad.

Las minas de Hoyo

Además de aprovechar los berrocales de granito con una cantería que les proveía del material para construir sus casas y vallar sus tierras, la gente de Hoyo también horadó el suelo buscando bienes y riqueza. Unas veces para sacar arena destinada a la construcción, dejando huecos que dieron lugar a las pozas y charcas de la zona (como la del Camorcho). Y en otros casos para sacar metales.