Como ahora los días son cortos y el sol no sube demasiado, he salido a correr justo a mediodía. Así aprovechaba el calorcito y podía correr casi con ropa de verano, para variar.
Entre la hora y el tiempo tan bueno que hacía, me he cruzado con paseantes y excursionistas hasta en las mismas cimas de la sierra de Hoyo. Luego, por la cuerda de la sierra ya me he quedado sólo. Y tenía para mí sólo las vistas a la sierra nevada. Aunque lo cierto es que la nieve también la he tenido bajo mis pies.
Hace un par de noches, el viento trajo nubes cargadas que dejaron algo de nieve en la parte norte de los montes de Hoyo. Y aunque luego ha salido el sol, en las umbrías todavía quedaba alguna zona sin fundir.
Los que también aprovechaban el sol han sido los buitres. Un grupo de unos veinte volaban cerca de los montes buscando las térmicas para subir a lo más alto. Estaban tan cerca del suelo que, al pasar por debajo de ellos, se oía el ruido del viento en sus plumas.
Del resto de la fauna tan sólo ha destacado la gran cantidad de mirlos que he visto en pequeños grupos a lo largo del recorrido. En primavera y verano son muy territoriales, pero cuando llega el frío debe ser que lo llevan mejor en compañía.
De la flora, lo más raro ha sido ver cerca de la cima una jara con una flor abierta (aunque chamuscada por las heladas). Quizás sea un ejemplo de cómo la variedad genética crea individuos raros, raros. Pero que son fundamentales para la supervivencia de la especie cuando las condiciones del medio cambian rápido.
24,53 km (15,24 millas)
840 m
2h 53 min (8,51 Km/h)
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