Una salida vespertina, con el tiempo medido para volver a casa justo antes de que se pusiera el sol. Corriendo en pantalón corto, sin problemas durante la mayor parte del tiempo. Aunque a costa de quedarme helado al final del recorrido, cuando las sombras se alargaron tanto que a veces corría con la ojos cegados por la luz mientras el cuerpo estaba ya a oscuras.
La primera parte fue la más agradecida. Por la temperatura y por el paisaje, relativamente nuevo al correr por la espina del Cerrulén. Desde arriba tan sólo quedaba bajar por las cascadas, que ahora ya no tienen tanta agua.
Luego el recorrido se alargaba hasta el cuartel, corriendo ya a la sombra de los Picazos. En esta parte, que da la vuelta al pueblo, lo mejor fueron las vistas a Madrid desde lo más alto. Y al final incluso se agradeció la subida a los decorados, porque a pesar de ir ya cansado por lo menos me permitió entrar un poco en calor.
En definitiva, un recorrido muy trillado en el que sólo destacó la luz del atardecer. Bueno, y también la paz de tener el campo para mi sólo cuando todos estaban encerrados en casa preparando la cena de Nochebuena.
23,16 km (14,39 millas)
489 m
2h 29 min (9,33 Km/h)
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