Hay veces en las que sales a correr con todas las ganas del mundo, pero a los pocos pasos el cuerpo te anuncia claramente que es mejor tomarse la cosa con tranquilidad. Y hay días en los que, sin saber por qué, vas más rápido de lo normal. Y la última salida que he hecho ha sido de estas.
No es sólo que haya ido más rápido, teniendo en cuenta el recorrido, además podía acelerar en las subidas sin problema. Y cuando llegaba a una zona llana o con poco desnivel, la sensación era como la que tenía ya olvidada de correr en pista. Sin duda ha sido el mejor momento como corredor de toda mi vida.
Y lo más curioso es que he salido por casualidad, venciendo un poco la pereza de la lluvia y de tener que coger el frontal, porque sabía que llegaría ya de noche. Pero a los pocos metros de empezar he notado que el cuerpo respondía bien y he cambiado el recorrido que tenía previsto.
Así he mejorado mi tiempo hasta lo alto de la sierra de Hoyo en seis minutos. Sigue siendo una marca pobre. Sigo siendo el rey de la lentitud si la comparo con otros corredores. Pero hace mucho que las comparaciones las hago sólo conmigo mismo. Como decía el corredor tanzano Juma Ikangaa: "No entreno para ganar a otros corredores. Estamos en esto todos juntos compitiendo contra el maratón, y yo entreno sólo para correrlo lo más rápido posible".
18,06 km (11,22 millas)
651 m
1h 54 min (9,50 Km/h)
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