Libro: What I Talk About When I Talk About Running (Haruki Murakami)

Somos muchas cosas a lo largo de la vida. Somos hijos, padres, amigos, extraños. Somos lo que hacemos y lo que evitamos. Dicen que somos hasta lo que comemos. Pero seguro que una de las cosas que más nos define es lo que nos gusta.

Y a Haruki Murakami, una de las cosas que más le gusta es correr. No tanto como para poner en peligro sus otras pasiones, como la música y, sobre todo, escribir. Pero si lo suficiente como para llevar varias décadas corriendo casi diariamente.

Y eso es lo que nos cuenta en este libro. Su relación con una actividad cotidiana. Cómo nació, qué espera de ella, qué le aporta, por qué ha pasado por momentos más álgidos y por otros más bajos.

Un libro que destaca sobre todo por la sinceridad con la que nos cuenta su pasión por correr. Puede que no compartamos todas sus opiniones, pero nos hace reflexionar sobre las propias razones que nos mueven a cada uno para seguir corriendo.

Argumento

Durante dos años, Murakami fue escribiendo a ratos perdidos este libro sobre sus experiencias como corredor. Desde las rutinas diarias hasta las pruebas en las que ha participado. Y además, explica cómo correr le influye en todas las facetas de su vida, incluida la de escritor.

Presa del Gasco

Aprovechando una mañana gloriosa, sin nubes ni frío, y que los enanos entrenaban cuatro horas, me he acercado hasta la presa del Gasco (y más allá).

Cascadas y cuartel

La luz más bonita del día después de la del alba es la del atardecer. Ayer hice la mitad del recorrido anocheciendo y la otra mitad a la luz de la luna. Con fresquito creciente según se ponía el sol.

El campo sigue con agua, pero ya no son ríos los que bajan por los caminos. Se puede correr casi sin mojarse. Sin embargo hay zonas donde el barro lo inunda todo, y se hace peligroso en las bajadas (sobre todo de noche).

En resumen:

• Final cansado a pesar del ritmo suave. De noche no se puede correr tan alegremente.
• A veces correr a distintas horas del día hace del recorrido una nueva experiencia. Hacía mucho que no salía al anochecer.
• Ayer oí a los autillos por primera vez este año. Ya los echaba de menos.

20,60 Km (12,80 millas)
431 m
2h 09 min (9,58 Km/h)

Yo que tú no lo haría

Cuando a alguien le gusta algo, suele recomendárselo a los que conoce. Y más si encima piensa que es algo sano. Así que lo normal es encontrarse en todas partes gente haciendo apología de correr.

Puente de la Parrilla

Después de un fin de semana pasado por agua no podía desaprovechar un día como hoy. Y menos cuando anuncian más lluvias mañana. Sol, cielo azul con algunas nubecillas blancas y praderas verdes engañosas, que esconden un verano de matojos y secarral.

Descenso

Subir es duro, pero a veces bajar es peor. Aunque no todas las bajadas son iguales. El destrozo muscular que supone tirarse a tumba abierta por una pendiente realmente inclinada no es lo mismo que recuperar el resuello durante una rampa ligera y tendida.

Virus

A veces los mejores planes se frustran por las cosas más pequeñas. El proyecto de una salida larga por la montaña, con sol, nieve y un viento frío se ha quedado en eso. En proyecto. Y el culpable en este caso ha sido un virus. Un trancazo leve, pero que me ha dejado el cuerpo con pocas ganas de juerga. Otra vez será.

Via del tren

No sólo las liebres están locas en marzo. El tiempo suele seguir el mismo camino. Si hace dos días me helaba de frío con la ventisca del noroeste, hoy he podido salir en manga corta. Con un sol de primavera calentando todo el camino.

Dehesa de Navalvillar

El día del invierno que peor lo he pasado ha llegado casi en primavera. Y eso que no hacía demasiado frío. Pero con el viento y la nevisca he llegado con la cara helada y las manos agarrotadas.

Cuando tengo las manos ateridas no puedo unir el pulgar y el meñique al cerrar la mano (sobre todo en la derecha). No sé si es raro o no porque no he hecho ninguna encuesta. Pero el caso es que hoy he tardado un rato largo en recuperar la sensibilidad de los dedos cuando he llegado al coche.

Fartlek

O como pasárselo bien en los entrenamientos. Al menos esa era la idea. Romper la rigidez de las series y dejarlas a gusto de cada cual (más o menos). Una forma de entrenar sin hacerlo.

El inventor de esta técnica fue Gösta Holmér. En 1930, cuando se encontraba entrenando al equipo sueco de campo a través, quiso aligerar un poco la presión del sistema oficial. Y vaya si lo consiguió.

Cascadas y cuartel

Hoy por fin el campo rezumaba agua. Durante todo el invierno los arroyos han estados bastante secos. Pero en febrero se puso a llover con ganas (y a nevar un poquito) y empezaron a bajar ya llenos.

Pero lo de hoy ha sido diferente. Todo el campo era un charco y todos los caminos, arroyos. Así que no quedaba más remedio que mojarse. Cuando llegaba a un lago mayor que el resto, chapoteaba con alegría por el medio (incluso me mojaba aposta para limpiar un poco el barro de las zapatillas). A veces hasta la rodilla. Menos mal que no hacía frío.

Canal y puente del Batán

Esta semana ha llegado la lluvia, así que he tirado de chubasquero las últimas salidas.El miércoles me puse las mallas largas y una camiseta gorda debajo y casi me muero de calor. Así que hoy, a pesar de que ha estado cayendo a base de bien, tal sólo me he puesto una camisetilla de manga corta. Y perfecto.

Hanami

Ya han florecido los primeros árboles al lado de casa. Hace unos días vi que en Madrid ya habían explotado del todo. Pero en mi pueblo las cosas llegan más tarde por eso de la altura. No es que sea un gran Hanami, pero alegra la vista cuando trotas por los montes.